miércoles, 29 de octubre de 2014

Primer viaje

  Fuimos a Open Door el 23 de octubre, por primera vez. Ya el viaje en tren hasta allá fue una nueva experiencia, al menos para mí, que he viajado como mucho dos veces en tren. Llegamos a la estación Cabred a las 10 de la mañana y empezamos a caminar por la calle principal, del mismo nombre. La primera impresión es que es un pueblo como cualquier otro, poca gente, casas bajar, todos se conocen entre ellos, la siesta es religiosa y los perros son tan parte de la calle como los autos. La gente nos miraba muchísimo, en parte creo, por ser de afuera y, por otro lado, porque desentonábamos de manera escandalosa. Cada uno con una cámara colgando, con ropa y actitud "de ciudad", se notaba a la legua que no éramos de ahí. Por suerte tuvimos un sólo episodio que podría calificarse de hostil; caminábamos por una de las calles transversales y vimos un almacén donde una señora estaba ordenando unas cosas y, en cuanto uno de nosotros sugirió en voz alta que podíamos comprar algo para almorzar ahí, la puerta se nos cerró en la cara. Es probable que haya sido casualidad, pero la situación dio que hablar. Por lo demás, la gente fue muy amable con nosotros; charlamos un poco con una almacenera que nos contó un poco del pueblo y con la bibliotecaria/maestra jardinera. 

  Una de las cosas que más me llamó la atención de Open Door fueron los patios de las casas, lo florecidos que estaban, lo bien cuidados que los mantenían. El domingo volví para visitar el vivero, que estaba cerrado cuando fuimos el jueves, y quedé fascinada con la cantidad de flores y colores. Nos dejaron sacar fotos y quiero ver de filmar algo ahí, porque la verdad me atrapó cada aspecto de ese lugar.



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